Hoy descubrí que soy felíz teniéndote cerquita... así mi presencia sea la habitual compañía de un ser cualquiera para ti. Hoy fui felíz viéndote reír, bailar contigo o más bien, bailar para ti... Hubiera dado mi vida porque la noche no acabara nunca... pero tenía que amanecer... los amantes valientes esperaban un nuevo día, y yo esperaba tan solo recibir la mañana sin el dolor de no verte despertar junto a mi. Algo en mi interior saltó cuando te vio, bailó dentro de mí de solo pensar en que estaría contigo unas horas. Como te amo mi amor, como te extraño, cuánto daría por hacerte volver a sentir lo que alguna vez logré. Cuánto daría por revivir esas mañanas preciosas llenas de los dos y de nuestro amor. Llenas de nuestras incansables ganas de amar, de sentir, de hacernos felices, de querer ocupar el mismo espacio el resto de la vida. Siento que el tiempo no pasa, porque sigues aquí, conmigo... o ¿seré yo la que me niego a dejarte ir? me niego, me niego, y no es terquedad es que simplemente me es imposible renunciar a nuestros sueños, a lo que para mí es lo más grande. No sé qué delatan mis ojos cuando te miro... tampoco sé si esté bien o mal abrirlos como un libro y dejarte entrar... tal vez así entenderías que sigo amándote tanto o más que el primer día.
